El bosque del árbol de las delicias.

Érase una vez en tiempos remotos que existía en el Bosque del Árbol de las Delicias, el alegre mundo de las pequeñas hadas Cabecita de Semilla.
Éstas formaban un matriarcado en donde ellas eran las que mandaban y en donde los machos solo servían para la perpetuación de la especie. Así pues, al no tener ellos que hacerse cargo de nada, se volvieron inútiles y frívolos y se pasaban todo el santo día retozando de rama en rama haciendo bromas de mal gusto a los demás habitantes del bosque. No obstante esto, todos los seres del bosque vivían con amor y paz.
Pero un fatídico día, la tribu de los Vampiros Invisibles Alas, crueles cazadores y temidos por todas las criaturas, conquistaron el feliz territorio de las hadas cabecita de Semilla al no encontrar la más mínima resistencia por parte de los pasivos machos.
Estos violentos conquistadores, que hasta el momento no habían conocido hembra alguna, se aprovechaban de cualquier ocasión y del más mínimo descuido por parte de las hadas para continuamente abusar de ellas. Como consecuencia, después de pocos meses las pobres haditas ponían, con furtiva vergüenza, sus huevos dentro del nido del Pájaro que No Vuela y éste, mostrando su infinita humanidad, cuidaba de ellos hasta el momento de su eclosión.
Las criaturas que salían del huevo, al ser fruto de tan horrible abuso, no podían más que tener aspecto de monstruillos insólitos. A pesar de su aspecto, de su traumático origen y de ser hijos no deseados eran amorosamente criados y educados con afecto por sus mamitas voladoras y reinaban entre ellos el respeto y la armonía.
Sin embargo, todo estaba destinado a su fin. Al haber sido engendrados por especies tan distintas fueron condenados a una irremediable esterilidad. Y así fue que las hadas Cabecita de Semilla, sus frívolos machos, los horribles Vampiros de Invisibles Alas y sus graciosos monstruillos, poco a poco se fueron extinguiendo del Bosque del árbol de las Delicias.
Pero si paseando por el bosque vieses volando cualquier cosa que no fuese pájaro o insecto, entonces, tal vez, alguna de las hadas Cabecilla de Semilla todavía sobreviva.